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Vigilancia digital para combatir el COVID-19

Vigilancia digital

¿Qué tan justificado es el uso de la vigilancia digital para controlar a los ciudadanos en medio de la pandemia? Sin duda, es un tema debatible que puede traer algunas implicaciones beneficiosas y otras no tanto. Lo cierto es que muchos Gobiernos ya han estado implementando estas medidas para obtener información y frenar la propagación del virus.

Por el lado de la salud

Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha declarado que trabaja en el desarrollo de una aplicación propia que describe como el “Waze para el Covid-19″. La cual servirá porque, según la OMS, proporciona indicaciones y recomendaciones, no para circular por carretera, sino para transitar por la enfermedad”.

La OMS basará su aplicación en la “decisión voluntaria” de las personas de compartir sus datos con las autoridades de la salud, de modo que puedan obtener información sobre la evolución y ubicación de los enfermos, de sus movimientos en caso de necesidad y para detectar posibles focos de infección.

Voceros de la OMS han comentado que la primera versión de la App no tendrá la capacidad de registrar la ubicación y los movimientos de las personas para determinar con qué otras personas han tenido contacto y dónde han estado, aunque se añadirá en versiones futuras.

Por el lado del marketing

Por su parte, Google y Facebook también se han unido a esta medida de vigilancia digital. Buscan compartir información de seguimiento de ubicación con varias autoridades de todo el mundo para ayudarlos a planificar sus estrategias de contención de COVID-19 y garantizar que aborden mejor las áreas clave de preocupación.

+ ¿Se puede seguir confiando en Facebook?

Según las compañías, los datos proporcionados son anónimos y agregados, por lo que no hay detalles de identificación particular. Los datos rastrean los movimientos de las personas; por ejemplo, los informes de movilidad de Google, que están disponibles para 131 países y regiones, muestran las tendencias del tráfico peatonal en diferentes lugares a lo largo del tiempo.

La información obtenida sirve a los funcionarios de salud pública a comprender mejor si las personas se adhieren a las órdenes de quedarse en casa, y comparar esas tendencias con los brotes relativos.

Si, por ejemplo, los datos muestran una correlación entre las personas que no están en sus casas y un aumento posterior en las infecciones por COVID-19, las autoridades pueden tomar acciones futuras de modo que cuando la actividad de movimiento comience a aumentar en otras áreas, recurran de manera más proactiva a las autoridades locales para hacer cumplir las restricciones de movimiento o asegurarse de que los hospitales locales estén equipados para prepararse para un posible aumento de casos.

El uso de la data sigue generando desconfianza

Sin embargo, muchas personas aún son escépticas de lo que pueda pasar más adelante con los datos privados obtenidos a través de las Apps y el seguimiento de su ubicación. Aunque ambas empresas, tanto como Facebook y Google, han dicho categóricamente que no tienen planes de compartir ese nivel de detalle con nadie. Al menos no todavía.

Eso justamente es lo que preocupa a los defensores de la privacidad mientras que los datos que se proporcionan a las diversas autoridades no son lo suficientemente específicos como para preocuparse por ello, existe la posibilidad de que esos mismos grupos pidan más, particularmente a medida que continúa la batalla contra el COVID-19.

Casos de éxito

Muchos países asiáticos han tenido éxito aplicando estas medidas de seguimiento de ubicación, como por ejemplo en Taiwán, que ha utilizado un sistema que monitorea el movimiento de las personas diagnosticadas con el virus. Esto para saber si la persona cumple con el aislamiento correspondiente, de lo contrario se envía una notificación a funcionarios policiales para que tomen acciones.

Ese tipo de seguimiento individual es el siguiente nivel de datos de ubicación, y su aplicación en ese caso tiene sentido. Si desea limitar el brote, se debe detener a aquellos que lo tienen moviéndose dentro de la comunidad, pero ese rastreo específico podría traer una serie de problemas de privacidad y posibles aplicaciones más allá de la situación actual.

¿Lo vale?

Es por ello que el dilema que se plantean muchos Gobiernos en relación a la vigilancia digital, es cuánta información es necesaria, cuándo cruzar la línea de la privacidad y cómo manejar esos datos de manera que no afecte la dignidad individual de la persona. Aunque la salud es importante y un derecho fundamental, la privacidad también lo es. Allí radica el foco: encontrar un equilibrio perfecto entre ambos derechos. No se puede salir de una emergencia sanitaria habiendo perdido nuestra privacidad. 

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